En mi interior

Por Cristina Montalvo

No se si en esta vida el arte me escogió a mí o fue mi interior lo que escogió al arte. Es cierto que en mi niñez mi oído se dejaba llevar por los hilos de melodías y ritmos dejando actuar libremente mi cuerpo, mi voz, pero sobre todo mis emociones más primarias. Recuerdo a aquella niña que saboreaba con mucho gusto los momentos de soledad,es cierto que no eran muchos, pero era mágico poder quedarme a solas, poner la música dejándome traspasar por ella, sintiendo una absoluta catarsis. Por supuesto que con mi corta edad no sabía ni ponía nombre a nada de todo esto, tampoco lo compartía con nadie,
simplemente lo necesitaba, simplemente deseaba esos momentos, simplemente me sentía mejor.

Aún recuerdo cuando me ponía la película de mujercitas, o lo que el viento se llevó, cogía la falda de mesa y me la ponía sobre mi pequeña cintura, una tela de terciopelo verde , un verde desgastado por el tiempo, sujetándola con un cinturón que cogía del armario de mi madre, esa tela verde, esa tela verde que arrastraba y pesaba como creía que pesaban esos maravillosos vestidos que veía en las películas. Disfrutaba haciendo las escenas, los gestos, las posturas corporales, las risas y los llantos, los diálogos…

Todo esto, nunca se me olvidó, siempre me persiguió y quizás, por este motivo, siempre tuve la lucha incansable de seguir encontrando esa sensación. Esa sensación de poder ser uno mismo, esa sensación de poder buscarte, perderte y encontrarte, esa sensación de libertad, de vuelo, de aprender constantemente, de estar en otro lugar…

Por eso, no se si el arte me escogió a mí o fue mi interior lo que escogió al arte, pero lo que sí sé y con creces, es que me es muy difícil estar sin él.

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