Fotografía CucuFlash 

Mi caminar

Desde bien pequeña tuve un gran impulso para las artes escénicas y la música, tanto que me hubiese encantado haber podido estudiar todas y cada una de sus ramas; interpretación, solfeo, canto, danza… pero las horas del día dedicadas a algunas de ellas, junto a las del colegio no me dejaron mas opciones que tener que elegir una de ellas para poder estudiarla a fondo. Con ocho años tuve que tomar una de las decisiones mas importantes de mi vida, mi impulso hizo que me decidiera por la danza. Con mis años de experiencia y para poder responder a una pregunta que me ha perseguido durante toda mi carrera, he llegado a la conclusión de que escogí la danza para poder hablar, opinar, discutir, chillar, desahogar con mi cuerpo todo lo que con palabras no era ni soy capaz de decir…

Mi cuerpo aprendió a ser armadura y altavoz al mismo tiempo. 

Pude tener la suerte de titularme profesionalmente en el Conservatorio Profesional de Danza de Madrid en una de las carreras de danza mas completas a nivel técnico pero rica también en diferentes estilos, desde la danza clásica, la escuela bolera, la danza estilizada, contemporánea, folclore español, flamenco… Todo esto me ha nutrido de diferentes lenguajes e idiomas, pudiendo recorrer grandes espacios teatrales del mundo y dialogar con personas de otras culturas y de distintos idiomas, dándome la fuerza y la certeza de que la danza es una magnifica vía de comunicación a nivel global. Los seres humanos no somos tan distintos ni especiales los unos de los otros. Todos de una manera u otra pasamos por momentos en la vida  en los que nos equivocamos, nos desilusionamos, vivimos muertes de seres queridos, desamores, amores, decepciones, somos presas o verdugos de alguien, etc… y aquí es donde entra mi filosofía, mi cuerpo, recogiendo todas esas sensaciones y vivencias donde mi danza lo único que quiere es poder poner sobre un escenario y de una manera poética todos estos acontecimientos vitales intentando que en ese instante del día nos podamos parar y  hablar con nosotros mismos.

He trabajado en una de las grandes compañías de danza de este país. Durante 10 años disfruté junto con Rafael Amargo de muchos de los mejores teatros del mundo.

Encontré en la danza un motor para revalorizar mi vida. Una intensidad. Una lucha. Un sacerdocio quizás. Una liturgia estética. En definitiva, encontré en la danza una verdad. La danza ha construido mi vida en una verdad.

Una verdad viva, que brota y que se diluye; que se apaga y que se atormenta; que se debilita y se eterniza… 

Mi verdad, por sí sola, se yergue. Mi verdad se sostiene, sin avatares, sin trampantojos. Mi danza junto a mi cuerpo es lo elegido para contar mis sentires, para construir las narrativas de mis sueños al hecho escénico. Ese es mi hallazgo, mi encuentro con mi verdad.

Cristina Montalvo.

PRENSA